La tarde de la inauguración se festejó con una magnífica batalla de flores en la Pista Central. De camino al recinto, inauguró el Rey la pasarela que se había construido entre el Llano del Remedio y la Alameda. Se había dispuesto en el centro de la Pista una tribuna adornada artísticamente. Tomaron parte veinticinco carruajes con decorado caprichosísimo y muy elegante.
Para el Rey se había dispuesto uno muy hermoso, en el que dio algunas vueltas peleando bravamente. Tras esta, se celebró un banquete oficial en Capitanía y velada popular en la plaza de Santo Domingo con música y fuegos de artificio.