Durante este año, la situación del campo ha sido conflictiva porque el Gobierno limitó mucho la exportación del arroz, por el aumento de los aranceles de Inglaterra, y por los bajos precios de los mercados consumidores naranjeros. En abril se restableció el impuesto de tres chelines y seis peniques a la entrada de nuestra naranja en Inglaterra. Se paralizó por completo el negocio, cerrando la mayoría de los almacenes de confección y dejándose de hacer transacciones en los huertos.
El malestar de los agricultores era general, al problema de los cítricos, se sumaba el de los arroceros, que tenían aún sus cosechas en el granero. En mayo se prohibió la importación de patata en Inglaterra. Los patateros eran hostiles al Gobierno porque les dijo al sembrar que exportarían sin dificultades al único mercado consumidor de patata.
Tras algunos actos de violencia, el Gobierno dió créditos especiales a los patateros. En junio se celebró la Conferencia Internacional de Londres, de la que se esperaban orientaciones económicas que aliviaran la crisis mundial.
En la industria, en septiembre los informes anunciaron el difícil sostenimiento de la Siderúrgica de Sagunto, que podía cerrarse, lo que causó temor entre los trabajadores e inquietud en toda la región.