En la campaña de exportación naranjera, en enero, surgió un problema en el sector. Los agricultores eran contrarios a pagar el impuesto establecido a las cajas de fruta para sufragar los gastos de la Comisión Naranjera. El pedrisco, las fuertes lluvias y bajas temperaturas trajeron la nieve a la Ribera. El Gobierno suspendió el embarque ocho días, hasta que se determinaran los efectos de las heladas. También se extremó el rigor de los controles para no exportar fruta dañada.
En marzo, heladas y vendavales provocaron la pérdida de seis millones de cajas. Se arrancaron 1.250 árboles y la mitad de todos no darán cosecha normal en tres años. En consecuencia, los naranjeros pidieron que se rebajase la valoración catastral de los naranjales, una moratoria para el pago de la contribución y un empréstito para favorecer a los damnificados.
Por otra parte, y tras un año de duras negociaciones, el 21 de diciembre se firmó el tratado comercial con Francia. Resultó perjudicial para la naranja valenciana, especialmente la mandarina, cuyo primer mercado es el francés.