Este año ha aumentado notablemente la flota velera valenciana. La escasez de combustible líquido y carbón, consecuencia de la guerra europea, ha dado vida, como en la de 1914-18, a los buques de vela. Están dotados de motor auxiliar, son aptos para el cabotaje y transportan mercancías de algún aguante en bodega, que no requieren un transporte rápido.
Cualquier velero de 400 toneladas de carga revaloriza su precio hasta equipararse al de un vapor de más de mil de pre guerra. Al término de la guerra se prevé que habrá una flota de pequeños pailebots, que es el aparejo preferido para los que se construyen, dotados de motor auxiliar en su inmensa mayoría.
A falta de grandes motonaves y vapores podrán subvenir a una parte considerable del tráfico del Puerto de Valencia. También este año se han terminado las obras de reconstrucción del edificio del Club Náutico, asolado durante la guerra civil.