El Gobierno reaccionó, en octubre, a la constante elevación de los precios de los artículos de primera necesidad, y especialmente a los negocios de acaparadores y ocultadores. Dictó una ley, por la cual se condenaba a muerte a cuantos incurriesen en los mencionados delitos. Por procedimiento sumarísimo, los encargados de las causas serían los tribunales militares.
Dicha ley debe comenzar a regir el 1 de enero de 1940, y la prensa ha hecho una intensa campaña de propaganda. Ella advertía de la responsabilidad en la que incurrían y de los graves castigos a que se exponían los que se dedican a estos suculentos negocios. Un mes después, en noviembre, ya se notaron los efectos de la ley contra acaparadores y ocultadores de subsistencias, y muchos cosecheros presentaron productos.
Uno de los problemas de abastecimiento ha sido la harina. Se prolonga la guerra europea y crecen las dificultades para el suministro de pan. El 17 de enero, con arreglo a las nuevas cartillas, y mezclando la harina de trigo con la de maíz, volvió a darse pan, pero duró poco. Además, la falta de transporte, por la escasez de gasolina, complica la situación. A final de año seguían escaseando aceite, pan, patatas, alubias y garbanzos.