Aprovechando la falta de fluido eléctrico, unos individuos permanecieron escondidos en la Capilla de la Virgen de los Desamparados, con el objetico de asaltar el Camarín. El suceso ocurrió una madrugada del mes de agosto, cuando los ladrones golpearon y dejaron sin sentido al celador de la Capilla.
Se dirigieron al Camarín de la Patrona, rompieron el cristal de unas de las vitrinas y se llevaron la corona de plata dorada, la que se hizo a raíz de ser restaurada, enriquecida con piedras y alhajas. Los malhechores subieron al altar y tantearon el nicho de la Virgen, pero oyeron ruido y huyeron con la corona, que sin duda creían con más valor del que en realidad tiene. El celador recobró el sentido y llamó al sacristán, que lo llevó a la casa de socorro.