En febrero el palacio del marqués de Dos Aguas preocupó por su estado de abandono, amenazado de ruina. Su último propietario, el marqués de Galtero, lo había dejado para beneficencia junto con otros bienes procedentes de la casa de Dos Aguas.
La actual poseedora del marquesado interpuso un pleito reclamando el palacio. En estas condiciones, se dijo que había sido arrendado para instalar en él una academia, llamada Buenaventura.
La noticia produjo una impresión muy desagradable y el gobernador civil convocó, para tratar de este asunto, a la Junta Provincial de Monumentos. Finalmente se acordó oponerse a dicho arrendamiento, ya que perjudicaría a un edificio que disfruta de la declaración como monumento artístico nacional.
En cambio, en abril el director de la Academia Buenaventura tomó posesión del palacio y puso un cartel que así lo anunciaba en la fachada.
Esta actitud produjo protestas generales, la reunión de los organismos artísticos y la intervención del Ayuntamiento, proponiendo a la superioridad la adquisición de dicho edificio por la corporación municipal o por el Estado, con el objetivo de darle un destino adecuado a su importancia histórica y artística.