El arzobispo Olaechea propuso en los periódicos crear el Banco de Nuestra Señora de los Desamparados, cuyo Consejo se reunió en noviembre.
En él podrían ingresarse cantidades destinadas a las necesidades de los pobres. El objetivo era intentar resolver el problema de las viviendas miserables en los suburbios, y especialmente en el cauce del río, donde se habían construído verdaderos barrios con chamizos y chabolas.