La ola de frío que invadió toda Europa en febrero se dejó sentir muy intensamente en Valencia, y el termómetro descendió hasta siete grados bajo cero en la capital. El agua apareció completamente helada en las calles y en las fuentes y lo mismo ocurrió con la leche en las granjas de toda la región. Nevó en distintos poblaciones, con lo que se perdió la práctica totalidad de la cosecha de naranjas. El Arzobispo hizo un llamamiento para que se diera trabajo a los muchos obreros y agricultores que han quedado sumidos en el paro total. Todo el mes, se sucedieron las grandes olas de frío, se congeló la superficie del río Turia y quedaron completamente deshechas las plantaciones de huertos y campos.
En marzo, se hizo balance de las heladas del mes anterior. El Instituto Valenciano de Economía estimó en un informe que el temporal de frío ha ocasionado la pérdida de 1.500.000 de toneladas de naranjas, ya que además de la cosecha se echaron a perder muchos árboles. El importe directo ascendió a 4.500 millones de pesetas. Si se cuentan todas las derivaciones, la reducción por ingresos por esta causa a la renta nacional será de unos 22.500 millones de pesetas. Un perjuicio económico que en sus dos terceras partes será soportado exclusivamente por nuestra región.
El 17 de noviembre se recogien 215 litros de agua por metro cuadrado. Durante casi 24 horas seguidas cae sobre Valencia una cantidad de agua superior a la que normalmente llueve en un año. El Turia registró una imponente avenida. Se interrumpió el paso por el puente de Madera. En el distrito marítimo, las inundaciones amenazaro muchos hogares, centenares de personas tuvieron que ser evacuadas por el Ejército, Auxilio Social y el Cuerpo de Bomberos. Por último, en diciembre cayó un fuerte pedrisco, que azotó la misma zona.