Llega el día después, ya es martes 15 de octubre y empiezan los trabajos posteriore a la catástrofe. Con el miedo ante otra posible avenida, las familias se buscan pero muchos, 52 en la capital, son ya cadáveres. El Juzgado de guardia no puede llegar a todos los sitios para proceder al levantamiento de cuerpos.
Recogida de cadáveres
Los cadáveres aparecen desnudos e indocumentados, a la mayoría la riada les sorprendió durmiendo y murieron ahogados al intentar huir. Veinte marineros, con un sacerdote valenciano que se niega a dar su nombre, se entregan en el Distrito Marítimo a la tarea de recoger los cuerpos sin vida. 10.000 personas no tienen techo y siguen refugiadas en el Colegio de San José, la Casa de la Misericordia, el Grupo Escolar Cervantes, los Escolapios y la Modelo.
En el antiguo Seminario, las Misioneras de Cristo Jesús con título de médico atienden a los enfermos. En el Colegio San Francisco Javier, en el barrio de Campanar, hay 400. En Abastos se establece un centro distribuidor de víveres para refugios y barrios. Las principales casas y almacenes de productos farmacéuticos están anegados. La solidaridad funciona y la ayuda empieza llegar.