Mientras la segunda riada arrasa todo lo que encuentra a su paso, se desata un diluvio. Se han suspendido los vuelos, sólo existe una línea de teléfono con el exterior para servicio de las autoridades. El radioaficionado Espidrión Hortal consigue comunicar con Bilbao y hace llamadas de socorro, que desde allí se difunden con celeridad. En la base aérea de Manises se refugian 500 personas que lo han perdido todo. Los 2.000 vecinos de Nazaret acogidos en la Comandancia de Marina pasan a la Escuela de Aprendices de la Unión Naval de Levante. Llega la noche, ya no hay gemidos ni gritos de socorro. Ya no llueve.