El Ayuntamiento socialista, presidido por Ricard Pérez Casado, y a propuesta del concejal de Cultura, Vicente Garcés Ramón, aprobó el 21 de noviembre enterrar los restos arqueológicos del palacio del Real, aparecidos junto a Viveros cuando se construía el colector norte. Los socialistas argumentaron que era molesto para el tránsito de la ciudad, y resultaba caro darle una solución.
Desde el mismo día del hallazgo, a finales de verano, se producen reacciones en cadena. Partidos políticos, instituciones culturales opinaron sobre los restos, mientras multitud de valencianos se acercaron hasta el lugar de las excavaciones.
Época de Jaime I
Las ruinas son de incalculable valor simbólico para la ciudad. Son restos del palacio del Real que comenzó a construirse en la época de Jaime I, con ampliaciones sucesivas hasta el siglo XIX, y sobre las antiguas estructuras del raal árabe que sería la residencia estival de los monarcas islámicos de la ciudad.
El palacio del Real fue destruido por las tropas que defendían Valencia del asedio napeoleónico para evitar que la construcción sirviera de base artillera. Así, desmoronado sobre sus cimientos, reapareció ante los valencianos. No se descubrieron piezas artísticas monumentales, pero los arqueólogos vieron en los restos pistas historiográficas de los últimos ocho siglos de indudable valor. Por lo demás, aparecieron tres grandes patios árabes y una fuente policromada.
Las excavaciones, limitadas a la calle del General Elío, una décima parte de la superficie del palacio, no siguieron hacia el interior de Viveros por falta de presupuesto. El Ayuntamiento, a pesar de los informes de los expertos, que aconsejaban la integración de los restos en Viveros como jardín arqueológico, aprobó enterrar los hallazgos.