Tras nueve años como alcalde de Valencia, el socialista Ricard Pérez Casado, presentó su dimisión el 30 de diciembre. Pérez Casado ha regido la corporación municipal prácticamente desde la reinstauración de la vida democrática en los ayuntamientos españoles. Las diferencias de criterio entre el Consell, y en concreto con el presidente Lerma, y Pérez Casado en la redacción del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), así como la falta de financiación para el Ayuntamiento, fueron los detonantes de su marcha.

El ex alcalde manifestó: “la Generalitat ha despreciado la voluntad de los ciudadanos valencianos, representados por sus concejales”, en referencia a lo que califica de intromisión del PSOE en la voluntad municipal, que había llegado a un consenso en el PGOU. Junto a él, también dimitió el concejal de Urbanismo y primer teniente de alcalde, Fernando Puente.

Espectacular aumento de impuestos

Este año el consistorio ha vivido una difícil crisis económica, que ha intentado solucionar con el aumento espectacular de los impuestos. La contribución urbana sube entre un 100 y un 400 por ciento, ya que incrementan los valores catastrales de las viviendas y el tipo a pagar pasa de un 20 a un 30 por ciento. Tras la dimisión, se abrió un plazo de veinte días para elegir al nuevo alcalde. Inmediatamente comenzaron las reuniones entre los grupos de centro derecha y valencianistas. Al terminar el año, el futuro de la alcaldía pasa por Clementina Ródenas (PSOE), Vicente González Lizondo (UV) o Fermín Artagoitia (CDS,) pero la opción de Ródenas, alcaldesa en funciones al ser segunda teniente de alcalde, toma fuerza.