Las elecciones municipales del 26 de mayo supusieron un cambio radical en el Ayuntamiento de Valencia, y la llegada de Rita Barberá (PP) a la alcaldía. Tras doce años, los socialistas perdieron la mayoría a manos de la coalición postelectoral formada por el Partido Popular y Unión Valenciana, lo que se denominó “acuerdo de legislatura”.
Juntos lograron la mayoría absoluta (17 frente a 16 concejales). El PP obtuvo nueve ediles y UV ocho. Vicente González Lizondo, quedó como primer teniente de alcalde y delegado de Cultura. De este modo, el 5 de julio Barberá tomo posesión de su cargo como alcaldesa.
Mientras, Joan Lerma fue reelegido presidente de la Generalitat tras lograr la mayoría absoluta de las Cortes (45 escaños), y tomó posesión el 8 de julio. Lerma introdujo tres cambios en el Consell: Antoni Escarré ocupó la cartera de medio Ambiente, Andreu López, Cultura y Educación, y Martín Sevilla, Trabajo. Mientras, en el Ayuntamiento, la política lingüística del valenciano creó pronto importantes discrepancias en la coalición PP-UV.
García Broch dimite
El 22 de diciembre la concejala regionalista María Dolores García Broch dimitió cuando el PP, con la alcaldesa a la cabeza, se negase a usar las normas ortográficas de la Real Academia de Cultura Valenciana (RACV) en sus escritos oficiales. La RACV defiende la diversidad y especificidad de la lengua valenciana respecto de la catalana. El 31 de diciembre una comisión de gobierno puso fin a la crisis PP-UV, comprometiéndose ambos a “eliminar catalanismos y reconocer la unicidad del valenciano”. Por último, en enero se firmó el Plan Felipe para Valencia: 26.000 millones de inversión para 4 pasos subterráneos y dos circunvalaciones.