Los agentes forestales Ignacio Faurí y Manuel Virto murieron en un incendio en la Vall de la Gallinera, el 10 de julio. Otros siete guardas resultaron con quemaduras de diversa consideración, al ser rodeados por el fuego, que se inició en el término alicantino de Lorcha.
El 4 de agosto se declaró otro incendio en Requena, donde ardieron 200 hectáreas de pinar adulto y matorral. Una tormenta seca, con abundante aparato eléctrico, originó el fuego en la partida Montegrande. Igualmente hubo fuegos en Llíria, Altura, Benissa y Andilla. En El Toro, el 8 de agosto, ardió el último gran bosque valenciano. Cerca de 4.000 hectáreas de pinar y arbolado arrasadas, alrededor de 2.000 personas desalojadas de sus casas de campo, viviendas y colonias, fue el balance de los diez incendios forestales de un trágico fin de semana en las tres provincias. En la zona de Andilla, el viento de poniente y las altas temperaturas de esos días de agosto impidieron que las llamas pudieran ser controladas. Además, hay que añadir la negligencia y la imprudencia.
Las 4.000 hectáreas perdidas en dos días tardarán muchos años en ser recuperadas. Según el portavoz del Ayuntamiento de El Toro: “Se ha quemado el útlimo reducto frondoso de la Comunidad Valenciana”. El día 21 se perdieron más de 500 hectáreas en el término de Pedreguer.